Hubo una vez una ciudad con once mil habitantes netamente
ferroviarios, de una u otra manera todos dependían
del
ferrocarril.
Desde 1908 Laguna Paiva se convirtió en un crisol de
razas ya que a ella llegaron inmigrantes y criollos de distintas
zonas del país.
Los grandes talleres ferroviarios
fueron proveyendo de trabajo a miles de personas
que harían crecer el pueblo tanto que el
21 de septiembre de 1967 fue proclamado
ciudad.
El mundo moderno exigió rutas y transportes diferentes.
Soplaron vientos arrastrando murmullos nefastos contra el
ferrocarril. Hubo un tiempo en que no se tomaban mas obreros,
el trabajo se mantenía con 2400 operarios y de pronto
comenzaron a llegar cesantías. Quedaron 1200
empleados, la preocupación los llevó
a reunirse en la parte superior de la oficina del taller eléctrico.
Una persona por cada sector buscaba la manera de preservar
la empresa, cómo lograr que desde Buenos Aires
pongan los ojos en estos talleres tan importantes y tan ignorados.
La única finalidad era que se conozca la problemática.
Necesitaban llamar la atención de las autoridades.
“No teníamos idea de lo que íbamos a hacer.
En esa primera reunión, entre discusiones, lamentos
e insultos por la agonía que se comenzaba a vivir,
nació la idea de una fiesta, un festejo ferroviario”,
comentó Juan Carlos Marcus. Fue así que surgió
la celebración del Día del Ferroviario,
a fines de agosto de 1976. Laguna Paiva se presentó
entonces con la denominación de “Ciudad
del Riel”, como caracterización.
La Fiesta del Ferroviario fue provincial. Obreros y
jefes unidos en esa creación inventando con los medios
del ferrocarril: Selso Montivelli en iluminación,
encendidos y apagados; Ojeda, capataz de
la sección Pinturería. “Era maravilloso
verlos diagramar. Fueron maestros de maestros, pilares fundamentales
de esos tiempos difíciles. Vázquez
lo fue en electrónica. Luego enseñaron a los
jóvenes y es imposible dar más nombres”,
continuó Marcus enumerando.
La Fiesta consistió en espectáculos musicales con
artistas de todo el país. El escenario
era distinto cada año. Se trabajaba
meses en ello, fuera del horario laboral. Siempre
temas ferroviarios y secretos, despertando la curiosidad
de la comunidad. La fiesta se realizaba viernes,
sábado y domingo; la histórica plaza
se engalanaba y se cortaban las calles adyacentes. Se
elegían reina y princesa. En la escuela de
mujeres se confeccionó la capa que lucieron las primeras
reinas, Mercedes Acosta hizo la banda.
Fue una lucha tenaz de la comisión
de festejos para lograr por decreto
ley que aún permanece vigente, Laguna
Paiva fue declarada sede nacional de la Fiesta
del Ferroviario el 21 de agosto de 1981. Marcelo
Marcus fue el creador de la idea de la estatuilla
de bronce que se realizaba en la Escuela
Técnica Nº 1 bajo la supervisión
de Néstor Guarda. En el
glorioso anfiteatro se entregaba el “Ferroviario
de Bronce” a famosos nacionales y a aquellos que hicieron historia
en nuestra ciudad. Se contaba con presencia de
jefes ferroviarios y demás autoridades.
Y como un cuento de hadas, el gigante se derrumbó. Las
historias son ecos que emocionan frente a una realidad sorprendente
donde seguimos tratando de poseer la llave mágica que
despierte recuerdos.