El título tiene que ver también
con la inauguración de la Línea Córdoba
a Tucumán, cuando el 14 de octubre de 1868
por ley Nº 280 se autoriza al Poder Ejecutivo
la construcción de la misma, como así
la posterior extensión a Salta y Jujuy. El
Estado Nacional se hacía cargo de la financiación,
implementando la utilización por primera
vez de la trocha de 1 metro (ancho de un riel a
otro) conocida también como trocha angosta.
El 15 de enero de 1873, Telfener y Cía.
adjudicatario de la obra que se licitó,
presentó los correspondientes planos, los
que fueron aprobados con algunas objeciones financieras.
Para el 9 de mayo de aquel año se libró
al servicio el tramo Córdoba-Recreo (Catamarca)
sumando 265 kilómetros. Para el 30 de octubre
de 1876, se libraba la línea final a Tucumán
en forma precaria, con una longitud de 547 kilómetros,
considerada en su momento la de mayor extensión
del continente sudamericano. Nacía de esta
manera el Ferrocarril Central Norte, que años
después, el 22 de febrero de 1889, durante
el gobierno de Miguel Juárez Celman, fue
transferido parte del mismo junto a otros ramales,
al Ferrocarril Central Córdoba de capitales
británicos.
El acto de inauguración que fuera postergado
para el 31 de octubre a causa de un temporal,
reunió a 8.000 personas. Hablaron en la
oportunidad el gobernador Tiburcio Padilla, Domingo
Faustino Sarmiento, que durante su gestión
se iniciaron las obras, y el presidente Dr. Nicolás
Avellaneda que dijo en la oportunidad: “La
locomotora, después de haber recorrido
centenares de leguas, ha entrado por fin en la
tierra prometida, la tierra del sol ardiente,
del suelo fecundo y del laurel altivo que ha abatido
sus frondosas hojas para alfombrar su paso. Ella
ha venido, y ella es la industria, el comercio,
el arte, la ciencia, la poesía, la conductora
de hombres y la regeneradora de pueblos”.
Su designación
De origen inglés, Guillermo Lambert nació
en el condado de Kent situado en el sureste de
Londres, el 18 de febrero de 1851. En 1874 a los
23 años con oficio de mecánico viaja
a la Argentina, ingresando como foguista en el
incipiente Ferrocarril Central Norte. Al año
siguiente, por sus dotes personales y capacidad
fue ascendido a maquinista.
Grande sería su sorpresa cuando le informaron
que había sido designado para conducir
el tren que llevaría al presidente de la
Nación, Dr. Nicolás Avellaneda,
y su comitiva, en el viaje inaugural del Ferrocarril
de Córdoba a Tucumán. A fines de
1875, cuando la construcción de la Línea
iba llegando a su término, arribaron varias
locomotoras adquiridas en Inglaterra, y Lambert
fue puesto a cargo de la Fox Walker, elegida para
remolcar a tan importante tren. Para que todo
saliera bien, había obtenido permiso para
pintar y adornar su locomotora, haciéndolo
a su gusto. En aquellos tiempos, el maquinista
tenía que ser ingenioso, pues la línea
corría por zonas accidentadas, con pendientes
peligrosas y los vehículos carecían
de frenos al vacío, y el único medio
de detener los trenes en caso de emergencia era
a través del freno a mano, para lo cual
el personal de guardatrenes tenía que subir
al techo de los vagones para hacerlos funcionar,
así que era necesario tener una buena comprensión
entre el maquinista y los guardas. Lambert solía
relatar que muchos trenes en esas pendientes durante
años corrían sin control largas
distancias. Hubo uno que recorrió alocadamente
62 km y, cuando pudo ser detenido, el maquinista
se había asustado de tal manera que renunció
a la carrera y tampoco quiso subir más
a una locomotora.
La partida y la llegada
El 29 de octubre de 1876, a las 7.30 de la mañana,
desde la vieja estación Garita de Córdoba,
partía el tren presidencial en el que además
de Avellaneda, iban otros calificados viajeros
como Dardo Rocha, Julio Argentino Roca y el ministro
de Justicia de la Nación, nuestro coterráneo
Dr. Simón de Iriondo. El piloto principal
Guillermo Lambert iba a cargo de la locomotora
Nº 1 Córdoba. En una amarillenta y
resquebrajada página de un diario de Buenos
Aires no identificado, del 29 de setiembre de
1926, un mes antes de cumplirse los 50 años
de este viaje, Lambert manifestaba: “En
cada estación que parábamos, éramos
objeto del más entusiasta recibimiento
y al llegar a Tucumán aquel 31 de octubre
a las 5 de la tarde, la recepción fue grandiosa.
Todo el pueblo y las autoridades de la provincia
de Tucumán se habían congregado
en la estación para recibir al presidente,
mientras las bandas de música ejecutaban
el Himno Nacional”. Minutos después
nuestro distinguido maquinista recibía
los saludos y las felicitaciones del presidente
Avellaneda y toda su comitiva en una jornada inolvidable.
Con el tiempo, Lambert desempeñó
sucesivamente el puesto de inspector de Locomotora,
jefe de Depósito y encargado de Tracción
y Talleres de Tucumán, Recreo, Frías
y Córdoba. Lucía bigote, barba blanca
muy corta y su porte señorial como correspondía
a un maquinista de su clase. Murió el 29
de noviembre de 1946. En Laguna Paiva
la Avenida Lambert, que corre de sur a norte,
paralela a los Talleres, lo recuerda.
A esta gloria de la locomoción ferroviaria
argentina le sobrevive hoy su nieta Mercedes,
oriunda de Córdoba, y su nieto Carlos Lambert,
ex maquinista residente en la ciudad de Santa
Fe, a quien agradezco su colaboración para
poder desarrollar esta nota.